Aperturas en Cuba: Nuevo estilo y viejos condimentos en el recetario

En: Derechos Humanos

25 May 2011

Los propietarios de un paladar o los que rentan su casa, de manera mayoritaria y siguiendo las pautas de conveniencia trazadas por décadas de Revolución, forman parte de los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, dos organismos emblemáticos en la estructura del sistema castrista. La membrecía a esas entidades gubernamentales no significa necesariamente el apoyo gubernamental. Simplemente funciona como escudo protector para sobrevivir en el engranaje ideológico sin mayores compromisos y como mínimo requisito para moverse con mayor soltura sin atraer demasiada atención sobre la persona, o el negocio al que se dedica.



Aperturas en Cuba: Nuevo estilo y viejos condimentos en el recetario


Por: Miguel Saludes, mayo 23 de 2011

MIAMI, Florida, mayo, www.cubanet.org -Algunos detalles noticiosos ocurridos en Cuba en las últimas semanas confirman que las medidas económicas implementadas por el gobierno de Raúl Castro no deben despertar expectativas más allá de lo que el poder pretende obtener  de ellas.  Que estas constituyen un paso positivo hacia una futura mayor emancipación ciudadana de los lazos estatales, quiera o no el gobierno partidista, no significa que su puesta en práctica redundará en una inminente democratización de la sociedad. Los hechos indican que por el contrario podrían funcionar como freno en esta etapa primaria de consumación.

Una de las primeras movidas gubernamentales en su esfuerzo por no perder terreno en el control monolítico que ejerce, fue proponer a los flamantes cuentapropistas que se afilien a la Central de Trabajadores de Cuba, única organización sindical existente en el país bajo la tutela del Partido Comunista. La oferta es una respuesta adelantada ante cualquier pretensión de proyecto unionista independiente  basado en nexos corporativos o de interés colectivo laboral.
Un segundo gesto del gobierno fue invitar a los trabajadores por cuenta propia a participar en el desfile del Primero de Mayo como nuevos integrantes de la clase obrera revolucionaria. No era necesario hacerlo tan directamente porque en Cuba más o menos los que no marchan en el bloque de los trabajadores lo hacen en el de la cuadra donde residen.

Los propietarios de un paladar o los que rentan su casa, de manera mayoritaria y siguiendo las pautas de conveniencia trazadas por décadas de Revolución, forman parte de los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, dos organismos emblemáticos en la estructura del sistema castrista.  La membrecía a esas entidades gubernamentales no significa necesariamente el apoyo gubernamental. Simplemente funciona como escudo protector para sobrevivir en el engranaje ideológico sin mayores compromisos y como mínimo requisito para moverse con mayor soltura sin atraer demasiada atención sobre la persona, o el negocio al que se dedica.

Pero en esta ocasión se hacía necesario remarcar de manera visible que la independencia económica de esta clase laboral individual no lo es absolutamente en el plano político. Por ello la invitación innecesaria a marchar unidos al pueblo revolucionario. Negarse a participar del acto programado por las autoridades sindicales partidistas, sería como rechazar al régimen, un problema que seguramente evitará demostrar el que intenta un espacio más autónomo, aunque siempre dentro del círculo trazado por la gerencia mayor.

A sazón de esto se producen las declaraciones de Oscar Rivero, secretario general de la CTC en Camagüey, explicando que el llamado a los cuentapropistas buscaba ratificar la defensa de la revolución y el socialismo. “Ellos son parte también de esta batalla, por lo tanto también tendrán su espacio en las marchas.” A estas precisiones se corresponden criterios como el que apareció reflejado en el Nuevo Herald en las palabras de un ciudadano de la Isla  sin identificar: -“Ahora creo que no hay otra opción que asistir. Toda la gente de la cuadra se incorpora a esta actividad y seríamos mal vistos si decimos no.” Más claro ni el agua.

Otro aspecto a tener en cuenta en este paso de aperturas económicas sin espacios a libertades sindicales y políticas es que muchos militantes del Partido y la Juventud Comunista estarán implicados en las iniciativas aprobadas por su jefatura ideológica. No pocos de los empleados estatales que quedarán disponibles laboralmente, desempleados en buen lenguaje capitalista, militan en alguna de esas organizaciones. Ahora podrán formar su propia mini empresa o bien se sumarán a la empleomanía del sector no estatalizado. Pero en ninguna circunstancia quedarán desvinculados a su organización base, algo que terminará por incidir dentro del giro laboral en el que se desarrollarán a partir de ahora. No es impensable que el siguiente paso sea instituir los comités de base partidistas, constituidos por los cuentapropistas militantes, en los diferentes sectores privatizados.

A diferencia de la ex Unión Soviética y Polonia, en Cuba no ha ocurrido ninguna transición política. En el caso polaco la clase privada se emancipó del influjo comunista  con tiempo suficiente antes de la caída del sistema. Cuando ello ocurrió casi ninguno de los propietarios estaba vinculado al mismo. En el extremo soviético las aperturas promovidas por la Perestroika posibilitaron un movimiento democratizador que llevó de la mano cambios políticos y económicos, a veces con tirones evolutivos más bruscos en el primer aspecto que en el segundo.

Ni siquiera los homosexuales cubanos se salvan del bosquejo establecido por el régimen más liberal del general Castro. En la última de sus caminatas por las calles habaneras los gay y lesbianas del patio demostraron su orgullo portando lemas contra las actitudes homofóbicas y la intolerancia social ante las diferencias de tipo sexual. A estos reclamos unieron el inseparable eslogan pidiendo la liberación de los cinco espías presos en Estados Unidos.  Nada en particular si detrás del clamor no estuviera la omnipresente manipulación del gobierno totalitario.

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Acerca de este Blog

Pedro Pablo Álvarez Ramos es ex-preso de conciencia de la Primavera Negra de 2003, secretario general del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC) y miembro del grupo gestor "Proyecto Varela".

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