Nunca olvido la impresión agobiante que me provocó el grafiti «Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica» (Salvador Allende) en la antigua Quinta Benéfica de Luyanó, donde acababa de morir mi padre el domingo 13 de agosto del 2000, en el hoy casi prehistórico cumpleaños 74 de Fidel Castro. Mi padre no era joven, tampoco revolucionario. Y yo sentí aquel eslogan de importación como una sentencia de muerte civil o física que algún día me tocaría a mí. De hecho, ya me tocó. A Henry Constantín (Camagüey, 1984) le acaba de suceder de nuevo la semana pasada.

Cuatro disidentes cubanos que distribuyeron volantes llamando “asesinos” a los hermanos Castro fueron sentenciados el martes a un máximo de cinco años de cárcel, llevando el número de críticos del gobierno condenados este año a ocho — en comparación con sólo dos en todo el 2010.

Josvany fue sentenciado a doce años de prisión en juicio realizado en la Sala de Delitos Contra la Seguridad del Estado el día 30 de Noviembre de 2010, en el Tribunal Provincial de Santiago de Cuba. No hay recurso de apelación, sino recurso de Casación en el que sólo se revisa si la sentencia fue bien aplicada. Este recurso de Casación fue presentado, a través de su madre, por el prisionero en Enero de 2011, cuando le fue notificada la sentencia y dentro de los límites que permite la ley. Los funcionarios de la Prisión de Aguadores de Santiago de Cuba, donde Josvany Melchor está confinado,le entregaron una copia de la sentencia que no puede leerse pues las palabras están todas borrosas. De esta manera ni siquiera se pueden leer las conclusiones del juicio oral, ni los nombres de los jueces, pues estos también son ilegibles. El abogado defensor se limitó a las formalidades, sin rebatir las evidentes parcialidades, contradicciones y falsedades en las que la fiscal, los jueces, el instructor de la Seguridad del Estado, el policía que actuó como testigo y los otros acusados, incurrieron en el juicio.

Esto puede resultar increíble ¿Cuántas veces, en el transcurso 1962-88, se escuchó en Cuba hasta por individuos que no eran completamente, quiero decir, militantes decididos o rabiosos castrocomunistas, frases como “aquí lo único que hace falta es comida”? Yo lo escuché a “tutti plem”.